miércoles, 3 de octubre de 2018

MÚSICA Y SEMANA SANTA: LA SALOMÉ

Resulta curioso que, siendo una de las cofradías de mayor raigambre e historia en nuestra Semana Santa, la Real Cofradía de Jesús - Nazareno - sea una de las que menor y más tardío patrimonio musical tiene. Quizás fuera la guerra, o el simple paso de los años, quien borró de la memoria de Cieza y de su Semana Santa las partituras dedicadas a la devota imagen de Jesús Nazareno o quizás nunca llegó a tener obras originales. No fue si no hasta 1999 que el maestro García Alcazar escribía los primeros pentagramas pasionarios dirigidos al Señor del Martes Santo, mas con el desgraciado condicionante de que al Nazareno raramente se le ha visto con una banda de música, y las pocas veces que eso ha acontecido, "Nazareno de Cieza" no ha sonado. Y no será porque la Cofradía de Jesús haya estado ajena a la música. Esta hermandad siempre ha estado relacionada con los sones de cornetas y el retumbar de los tambores. Ya desde antiguo tenemos constancia de que eran estos militares instrumentos acompañaban a Jesús en su camino al Calvario, teniendo su propia banda hasta bien entrado el siglo XX. Quizás sea también la limitada capacidad de las cornetas de aquellos tiempos la que impidió al Nazareno tener su propia marcha hasta el día de hoy.

En el año 1953, apenas una década después de haber resurgido de las cenizas del 36, en un afán de recuperar el antiguo esplendor de la Cofradía, llega a Cieza una de las más populares imágenes de su Semana Santa: Santa María Salomé. Mas no fueron sus morenos rizos, dignos rivales de la áurea cabellera de la Magdalena, ni el esplendoroso rosal de Carrillo, obra maestra de la tronística ciezana, los únicos grandes legados que la Santa Mujer nos trajo. Sería en 1960 que Ella, que tanta popularidad ganó, inspirara al Maestro Gómez Villa la primera de las que serían las grandes creaciones que realizara para la Semana Santa de Cieza: los Pasodobles.

Como ya decíamos en aquel artículo de la Cuaresma 2017 CIEZA Y SU MÚSICA, no hay nada más puramente ciezano que los pasodobles de su Semana Santa. A pesar de su gran trabajo como director de la Banda Municipal y de las Orquestas de San Juan y la Verónica, y su labor compositiva, la mayoría desconocida y caida en el olvido a día de hoy, el nombre de d.Antonio León Piñera ha pasado a la historia de nuestro sentir semanasantero por sus tres grandes pasodobles, el de la Verónica, el de San Juan y el Himno del Santo Cristo. Grandes por la popularidad de la que aún gozan más de un siglo después de su creación, que no por sus dimensiones, siendo composiciones de caracter muy popular y de poca longitud, de facil memorizacion y populares letras que todo ciezano conoce. Es siguiendo la estela de estas tres obras que José Gómez Villa compone el pasodoble de la Salomé. Tal es su similitud con el de la Verónica que no son pocos los ciezanos que creen que pertenecen a la misma pluma.

Si bien el Himno del Santo Cristo no encaja en el esquema por su forma de canción con estrofas y estribillo, los otros dos (San Juan y Verónica) si que mantienen la estructura que utilizará Gómez Villa en 1960. Consta el pasodoble de la Santa de tres secciones diferenciadas. Comienza con una introducción en forte a modo de llamada. Tres compases que ya definen ese carácter alegre y a la vez meñancólico que tan perfectamente encajan con esa mañana de Domingo de Resurrección en que los procesionistas ciezanos se debaten entre la alegría de la Pascua y la nostalgia de la Semana Santa que ya acaba. A esa introducción le sigue el primer tema, interpretado por las maderas agudas tiene, como es habitual en este estilo, una melodía pegadiza y cantable, a la que fácilmente se le puede añadir una melodía a modo de himno (como es el caso de San Juan y de la Verónica). Este tema se repite y el saxo tenor y bombardino entran con un delicado contracanto a la melodía principal. Continúa el pasodoble con un breve Tutti que se interpretará dos veces a modo de respuesta al primer tema y de enlace con el dulce trío. Esta sección contrasta con la primera, dándole vida y tensión al pasodoble y llevándonos al descanso que nos ofrece el trio. 

Hasta este punto nos encontrábamos en la tonalidad de Do menor, la que los clásicos definian como la tonalidad patética o fúnebre, asociándola con la muerte y el dolor. Sin embargo, el potente final de la sección intermedia desemboca abruptamente en un piano de clarinetes y saxos en Do Mayor, la tonalidad que encarna para muchos autores la alegría y la inocencia más pura. Ese viaje tonal bien pudiera simbolizar la mañana de Pascua en que, aun guardando luto, las Santas Mujeres fueron al sepulcro a embalsamar a Cristo y se encontraron con la mayor alegría: el Sepulcro está vacío. Así el trio viene a ser casi un reflejo alegre del melancólico tema principal, repitiéndose este en un tutti final.

Como decíamos, facilmente se puede interpretar este pasodoble como una descripción del sentimiento de la Salomé en la mañana de la Resurrección. Ella sale de la Casa de los Santos, a paso ligero por las umbrías calles del casco antiguo, aún rumiando los luctusosos sucesos del Viernes Santo. Va ligera hacia el Sepulcro, a embalsamar el Cuerpo del Señor. Al llegar, en el Sepulcro abierto de la Esquina del Convento, se lamentan entre grandes aspavientos que hayan robado el Divino Cuerpo. Sin embargo, se callan abruptamente cuando la dulce voz de los ángeles les anuncia la Buena Nueva, noticia que la Santa pregonará a los 4 vientos con toda su alegría: CRISTO HA RESUCITADO.

El pasodoble de la Salomé no es sólo un pasodoble, es la prueba de la dedicación de Gómez Villa por su Cieza y su Semana Santa, su respeto por el legado de la tradición musical ciezana, iniciada por d.Antonio León. Y, además, consciente o inconscientemente, lo convirtió en una catequesis musical sobre el Evangelio de la Resurrección. Y, al margen de todo eso, es la banda sonora que para muchos ciezanos ilustra el final de su Semana Mayor, una semana que para los cofrades del Nazareno termina cuando por la calle Cánovas del Castillo se pierde el manto de su Santa, al son del pasodoble de la Salomé.




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