martes, 13 de marzo de 2018

CUARESMA 2018: MÚSICA Y SEMANA SANTA 02X4

Y lo demás, como se suele decir, es historia. Desde los años 80 hasta hoy todos los estilos, hasta esa fecha muy definidos, empiezan a difuminarse. Cad compositor decide qué elementos introducir en una marcha y cuales no, sin limitaciones de ningún tipo. Ahora comienza a cambiar el "reparto de papeles". Ya no encontramos la música organizada en bloques de instrumentos. Cada instrumento realiza un papel propio, adaptado a su lenguaje, complementando al resto de voces e instrumentos.

Sin embargo, dentro de esta fuerte separación entre autores, se comienzan a distinguir dos grupos, como a mi me gusta llamarlos: los innovadores y los conservadores. Los conservadores son aquellos compositores que deciden en sus marchas volver la vista atrás, recuperar las sonoridades de las grandes marchas del pasado, aunque con un toque personal y renovando también el estilo. Los innovadores, por el contrario, buscan renovar por completo este género, introduciendo ideas musicales más propias de música de cine. 

En ese ámbito encontramos la última de las marchas de nuestro recorrido. Una obra que en los últimos dos años se ha puesto de moda en nuestra localidad, y con razón, aunque ya sonaba desde hace una década gracias a la banda del maestro Francisco García Alcazar, quien la trajo desde Caravaca de la Cruz, a cuya principal devoción está dedicada: La Cruz de Doble Brazo, de D.Ignacio Sánchez Navarro.

Es toda la obra una plegaria dedicada al Sanctum Lignum Crucis caravaqueño y un laménto fúnebre por la muerte del Redentor en la Cruz. Comienza de forma suave, con un pequeño coral de maderas que en seguida crece. Una plegaria de aspecto medieval que no se queda anclada allí, sino que se mantiene hasta nuestros días en los corazones y las voces de los caravaqueños. Comienza tras de esta introducción el relato de la Pasión, una melodía muy sentida que va progresando hacia el centro de la obra, de igual forma que Cristo carga con la Cruz hacia el Calvario. Tras de ese primer tema, interpretado por las maderas, entran los metales con dos voces que recuerdan de alguna forma al comienzo del desarrollo de "Mektub": Cristo cae en su Via-Crucis. Después de estas llamadas de los metales, de nuevo las maderas comienzan un  nuevo tema, basado en el primero. Todo nos recuerda mucho al desarrollo de la marcha de Mariano San Miguel. Sin embargo, a diferencia de esta, todo este fragmento está en modo mayor, más alegre. Si las llamadas eran las caídas, esta progresión son las despedídas: de su Madre, de la Verónica que le enjuga el rostro, de las Hijas de Jerusalén a las que consuela. Con la melodía, la instrumentación va creciendo y el matiz va subiendo hasta llegar a un tutti. El camino culmina: Cristo ha llegado al Calvario de forma heróica para cumplir la Voluntad del Padre. Ahora la música decrece, se va despojando de intensidad, del modo mayor y de instrumentos, de la misma forma que a Cristo lo despojan de sus vestiduras. Vuelve el tema principal: Cristo es clavado en la Cruz y perdona a sus verdugos. Ahora la música vuelve a crecer en un nuevo tutti de gran carga dramática: Cristo clama al Cielo, entregando el Espíritu. 

Cuando todo esto ha ocurrido, cuando Todo está Cumplido, todo se vuelve luminoso. Cambia la música, comienza el trío en modo mayor. Una dulce melodía que bien podría ser una nana que María canta a su Hijo. A esa melodía responde la banda en el último Tutti, convirtiendo ese dulce canto en un Himno de alabanza a Dios, que por la Santa Cruz nos ha redimido. Una vez termina este tutti, queda tan sólo un eco que se va diluyendo, desapareciendo, envolviéndonos en esa plegaria que sigue resonando en los corazones caravaqueños: la devoción a la Vera Cruz.

Una de las grandes virtudes de una marcha tan compleja y completa como esta es que no "aburre", mantiene el interés del espectador desde el silencioso comienzo hasta el dulce final, conduciendo a quien la escucha a través de la historia que va contando, una historia que cuenta a través de unas bellas y delicadísimas melodías, una construcción armónica magnífica y un control increible de la instrumentación. Todo ello hace que "La Cruz de Doble Brazo", a pesar de no ser tan conocida como otras, se merezca un puesto en el olimpo de la música procesional.

Con esta descripción de una obra tan sublime despedimos la sección de Música y Semana Santa por esta Cuaresma. Esperamos que os haya gustado y os haya hecho escuchar estas grandes obras con otra percepción.






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