Año 1925. Madrid. Nace una de las más grandes composiciones del género, una marcha que, casi un siglo después, sigue sonando y sin la cual no entenderíamos la Semana Santa ni su música. Su autor, un músico militar, clarinetista de prestigio en la época, miembro de distintos regimientos, incluido el Real Cuerpo de Alabarderos, del que formó parte hasta su jubilación, y clarinete solista del Teatro Real. Estamos hablando de don Mariano San Miguel Urcelay y su marcha "Mektub".
Durante los 60 años que transcurren entre esa primera marcha de don José Gabaldá y la composición de Mektub, el género evoluciona. Hacia principios de siglo, los compositores comienzan a experimentar con nuevas sonoridades, arriesgando cada vez más. Podemos encontrar así los famosos esforzandos (acentos) y cambios súbitos de matiz de "Virgen del Valle" (1899) de Vicente Gómez Zarzuela, los numerosos cambios de registros y armonía que comienzan a introducir los Font, corriente que alcanza su cúlmen con "Amarguras", una marcha que amplía al másximo la estructura, introduciendo dos tríos distintos. Esta ampliación estructural lleva a que la reexposición caiga cada vez más en desuso, aunque se sigue indicando la repetición del "estribillo". Mektub en 1925 no se queda atrás. Depura la estructura, le da unidad y da un paso más allá en la composición. Esta marcha será de gran importancia en toda la historia de la música procesional para banda, extendiendose ampliamente gracias a la revista "Harmonía", fundada por el propio San Miguel. A poco que estudiemos las grandes marchas de los años posteriores, encontraremos fragmentos, detalles, melodías, armonías y texturas que nos remitan a esta obra: Emilio Cebrián, Gómez Villa, Ricardo Dorado... todos ellos en sus marchas muestran aspectos que sólo pueden proceder de un sitio: de Mektub.
Empecemos viendo la riqueza de Mektub en su estructura. Dentro del esquema del que hablábamos la semana pasada (A-B-A), San Miguel se toma sus licencias. Comienza con una introducción con una sóla voz que interpretan los metales y que ya nos presenta la idea principal de toda la marcha. Esa introducción la repiten clarinetes y metales graves a modo de eco, dando paso al tema principal (A). Ese tema a penas se mueve, es todo un coral de sonoridad modal. No tiene acompañamiento, todas las voces se mueven de la misma forma dando un aspecto a este primer tema de plegaria medieval. A esa sección le sigue el principio del gran añadido de esta época a la estructura: el Desarrollo. Basándose en la introducción y en el primer tema, se introduce esta segunda sección entre el tema principal y el trío. Esta va a ser la parte más cambiante de la marcha, con cambios de sonoridad, intrumentación y armonía. Comienza el desarrollo con sólo dos voces, agudos frente a graves, contestándose la una a la otra, una técnica compositiva que después muchos otros utilizarán por la fuerza que le imprime a esta parte. Sigue una progresión de gran dulzura y expresividad basada en la introducción que va subiendo hasta morir, cerrando así la primera parte de la marcha. La segunda se inicia de nuevo con la introducción, pero algo cambiada. Esa introducción va bajando de intensidad y diluyendose hasta dar lugar al suave tema del trío. Después de toda la intensidad de la marcha, uno espera que en esta maravilla de final termine la marcha, con esa armonía tan sugerente y esa instrumentación tan delicada. Sin embargo, Mariano San Miguel introduce una nueva tensión, un pequeño puente entre la exposición del trío y el tutti final, que reexpondrá esta segunda melodía principal con una intrumentación más amplia y añadiendole un contracanto.
Toda esta complejidad de marcha no es gratuita ni fortuita. Mariano San Miguel sabe muy bien por qué hace cada cosa y le da un sentido. Ese es uno de los puntos en los que se nota la evolución del género. Ya no se componen simples marchas de caracter funebre o triunfal, si no que se le da un sentido a cada melodía, a cada sección, para narrar al mismo tiempo una historia. "Mektub" significa "Estaba Escrito" y es un canto al destino trágico de un hombre que dió su vida por la Humanidad. Comienza con una fanfarria que simboliza las trompetas del destino y de la muerte, dando comienzo al vía-crucis. Todo el téma principal simboliza el pesado camino hacia el calvario, con una melodía que no deja de subir, aunque costosamente y con varias bajadas que simbolizan las caidas. Llegamos al principio del desarrollo. Toca toda la banda, de nuevo con una melodía similar a la de las fanfarrias del principio: se acerca la hora final, Cristo llega al Calvario. Lo clavan en la cruz mientras se oyen los martillazos sucesivamente en un motivo que es sólo un salto de cuarta (con el comenzaba la marcha) y que, como el propio compositor indica, significa: MEK-TUB. Sigue una progresión ascendente, con mucha tensión pero más dulce que lo anterior. Esta progresión tiene 6 partes: seis frases que pronuncio Jesús en la Cruz. Perdona a sus verdugos, al Ladrón Arrepentido y entrega a su Madre al cuidado del Discípulo Amado. Ahora que se añaden instrumentos y sube de matiz, alza la mirada al cielo, diciendo: Dios Mío, por qué me has abandonado, pide agua para que se cumpla la escritura y termina pronunciando: Todo lo que ESTABA ESCRITO se ha cumplido. Vuelve la fanfarria del principio, ahora acompañada por el temblar de la tierra (los graves contestando a la fanfarria) por que Cristo ha entregado el Espíritu. Todo lo que Estaba Escrito se ha cumplido. Ahora todo se diluye y podemos escuchar el lamento de María en Soledad y el Entierro de Cristo, representado por uno de los más dulces tríos de marcha que se hayan compuesto jamás. Sin embargo, no todo se ha cumplido. En la oscuridad del Sepulcro, todo comienza a bullir, la losa se parte, la guardia huye y el lamento fúnebre se convierte en cántico triunfal por la Resurrección del Señor.
Algunos me podréis decir que esto me lo estoy inventando, y en cierta forma sí, no es más que una interpretación de una de las más grandes marchas de la historia. Pero ese es el poder de la música, el de evocar en cada cual unos sentimientos, el de contar a cada uno una historia distinta a través de las mismas notas. Ahora os invito a que escuchéis de nuevo esta magnífica obra buscando cada una de las melodías, intentando escuchar la historia sin palabras que Mariano San Miguel nos lleva contando desde hace casi un siglo.
Toda esta complejidad de marcha no es gratuita ni fortuita. Mariano San Miguel sabe muy bien por qué hace cada cosa y le da un sentido. Ese es uno de los puntos en los que se nota la evolución del género. Ya no se componen simples marchas de caracter funebre o triunfal, si no que se le da un sentido a cada melodía, a cada sección, para narrar al mismo tiempo una historia. "Mektub" significa "Estaba Escrito" y es un canto al destino trágico de un hombre que dió su vida por la Humanidad. Comienza con una fanfarria que simboliza las trompetas del destino y de la muerte, dando comienzo al vía-crucis. Todo el téma principal simboliza el pesado camino hacia el calvario, con una melodía que no deja de subir, aunque costosamente y con varias bajadas que simbolizan las caidas. Llegamos al principio del desarrollo. Toca toda la banda, de nuevo con una melodía similar a la de las fanfarrias del principio: se acerca la hora final, Cristo llega al Calvario. Lo clavan en la cruz mientras se oyen los martillazos sucesivamente en un motivo que es sólo un salto de cuarta (con el comenzaba la marcha) y que, como el propio compositor indica, significa: MEK-TUB. Sigue una progresión ascendente, con mucha tensión pero más dulce que lo anterior. Esta progresión tiene 6 partes: seis frases que pronuncio Jesús en la Cruz. Perdona a sus verdugos, al Ladrón Arrepentido y entrega a su Madre al cuidado del Discípulo Amado. Ahora que se añaden instrumentos y sube de matiz, alza la mirada al cielo, diciendo: Dios Mío, por qué me has abandonado, pide agua para que se cumpla la escritura y termina pronunciando: Todo lo que ESTABA ESCRITO se ha cumplido. Vuelve la fanfarria del principio, ahora acompañada por el temblar de la tierra (los graves contestando a la fanfarria) por que Cristo ha entregado el Espíritu. Todo lo que Estaba Escrito se ha cumplido. Ahora todo se diluye y podemos escuchar el lamento de María en Soledad y el Entierro de Cristo, representado por uno de los más dulces tríos de marcha que se hayan compuesto jamás. Sin embargo, no todo se ha cumplido. En la oscuridad del Sepulcro, todo comienza a bullir, la losa se parte, la guardia huye y el lamento fúnebre se convierte en cántico triunfal por la Resurrección del Señor.
Algunos me podréis decir que esto me lo estoy inventando, y en cierta forma sí, no es más que una interpretación de una de las más grandes marchas de la historia. Pero ese es el poder de la música, el de evocar en cada cual unos sentimientos, el de contar a cada uno una historia distinta a través de las mismas notas. Ahora os invito a que escuchéis de nuevo esta magnífica obra buscando cada una de las melodías, intentando escuchar la historia sin palabras que Mariano San Miguel nos lleva contando desde hace casi un siglo.
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